Cuidado con la receta de las recetas


He venido trabajando en mejora organizacional desde hace casi 20 años, no pretendo ser el dueño de la verdad, solo con algunas breves palabras quiero compartir mi experiencia y aprendizajes en este turbulento mundo del cambio y la mejora en los contextos organizacionales, con la esperanza de que pueda sumar como reflexión a quien lo lea.


En los últimos días he observado frecuentemente en foros, webinars y diversas redes sociales que aparece la pregunta ¿por qué las transformaciones ágiles fracasan?. No voy a dedicar este post a responder puntualmente esa pregunta, pero si quiero relatar lo que he vivido acompañando diversos procesos de cambio en variados contextos: Mejora de procesos, proyectos, desarrollo de productos, innovación, automatización, excelencia operativa, mejora de equipos entre otros. Y que de alguna manera puede marcar un punto clave en los diversos procesos de cambio y mejora que buscan las organizaciones.


Lo primero que quisiera plantear es la reformulación de la pregunta, de ¿por qué las transformaciones ágiles fracasan? y hacerla mucho más general a ¿por qué los procesos de cambio fracasan? Esto porque al final la raíz del éxito o fracaso está en el cambio en sí mismo, independiente de la naturaleza de este.


Hace muchos años antes de entrar en los terrenos de la agilidad, fungía como consultor en cambio y mejora de procesos organizacionales -(lo de los nombres rimbombantes no es nuevo)-, y en aquella época que hoy parece muy lejana echamos mano de cuánto marco de referencia y metodología renombrada o “famosa” existiera para poder “implementar” las mejoras y los cambios en las organizaciones. Recuerdo que existía una marcada orientación a aplicar una receta perfecta, casi mágica, que venía escrita en términos de PMBoK, ITIL, COBIT, COSO, ISO, RUP, etc. Y es que en el ambiente de aquellos días era resonante un mensaje impulsado por grandes firmas consultoras y referentes del mercado: “implementa mi método con el cual solucionarás todos tus problemas” 


Con ese panorama era de esperar que la forma de actuar tanto de organizaciones clientes como de las consultoras fuera la de buscar certificar a la mayor cantidad de personas en esos marcos, buscar algún “experto” que diera alguna orientación general, y seguir como dogma lo planteado en los enfoques reinantes. Teniendo las personas certificadas, un experto metodológico y el libro de recetas para “solucionar todos los problemas” no había espacio para el fracaso. Sin embargo en la mayoría de los casos las cosas no marchaban acorde a las expectativas generadas, la inversión gigantesca en consultoría, herramientas y certificaciones no se veía capitalizada significativamente. Los eternos gantts de más de mil actividades ocultaban en sus entrañas algo más que no dejaba fluir la mejora o el cambio que se buscaba. Entre todos nos mirábamos, clientes, consultores, certificadores, y claro venía un gran “pero... Si estamos siguiendo la receta”. 


Pasaba el tiempo y seguía viendo el mismo patrón recurrente, parecía que a nadie le importaba, igual las consultoras seguían vendiendo, en el mercado seguían apareciendo nuevas “recetas” con la misma vieja promesa de solucionarlo todo y los clientes seguían comprando esperanzados en que esta vez sí sería la vencida. Esta situación me impulsó a explorar más allá, a tratar de encontrar cuál era el punto ciego que estábamos obviando y porque la situación solía ser recurrente sin importar el cliente con el que trabajaremos.  Y lo que empiezo a comprender en ese momento es que mucho del punto ciego tenía que ver con factores humanos y con un entendimiento sistémico de lo que veníamos abordando. Con esa nueva claridad, justo por esos días dado el nuevo camino de exploración que había iniciado, comienzo a escuchar de algo llamado agilidad, de “metodologías” ágiles y no lo niego en una primera reacción casi instintiva cargada con toda la arrogancia de un camino de varios años transitados en consultoría digo: “bah otra receta más”.  


A pesar de mi reacción inicial, el encontrar el mundo de la agilidad abrió en ese momento un haz de luz que llenó de energía mi proceso de búsqueda, y como es sabido en muchos procesos de búsqueda suele haber un momento de epifanía. El mío apareció al poco tiempo de haber ingresado a los terrenos de la agilidad, cuando escuche un mensaje que me conectó plenamente: “no se complique al final todos los modelos y métodos están mal, pero todos tienen cosas útiles”. Este era un mensaje diferente al que estaba acostumbrado a escuchar y que hasta ese momento influenciaba fuertemente mis modelos de creencias, era un mensaje poderoso, mucho más integrador, que al contrastarlo con la experiencia que había tenido hasta ese momento me hacía todo el sentido.  


¿Por qué les cuento toda esta historia? ¿Por qué tomarse el tiempo de escribir acerca de esto? Porque hoy, ya después de más de 8 años de ese momento de epifanía y completamente inmerso en los océanos de la agilidad, noto algunas señales de alerta que me transportan a ese mundo del consultor de hace muchos años. En varios casos sigo viendo a clientes en su frenética búsqueda de la nueva receta  mágica a “implementar”, a miles de personas certificándose sin entender el por qué o el para qué de la certificación, a muchas organizaciones proveedoras de “soluciones” moviéndose con las mismas viejas prácticas y comportamientos pero ahora ocultos bajo unas nuevas máscaras “ágiles”, solo con un afán desenfrenado de no perder el más mínimo centavo en posicionar una nueva receta, así lo que hagan destruya el valor de quienes están depositando su confianza en ellos.  


Lo bonito del mundo de la agilidad es que precisamente nos ofrece todo un nuevo panorama que busca movernos del terreno de seguir las recetas preestablecidas a ojo cerrado, a un terreno más encaminado desarrollar las capacidades para experimentar, construir, aplicar, adaptar y aprender constantemente de tus propios ingredientes, acorde a tu contexto y a los niveles de variabilidad que puedan existir en este; lo cual es mucho más apropiado en mundo complejo y cambiante como en el que vivimos en la actualidad. Es por esto que tomando el ofrecimiento que nos brinda la agilidad, sintiéndome  identificado y alineado con esta nueva forma de concebir nuestras interacciones, quiero hacer un llamado a la reflexión de quienes llevamos un tiempo navegando estos océanos ágiles, de quienes tenemos la hermosa responsabilidad de guiar y orientar a otros en este camino, y tal vez también expresar una advertencia para quienes apenas comienzan la travesía: Por favor no caigamos en los mismo de siempre con nuevas fachadas, nuestro valor está mucho más allá de las recetas, al final no podemos olvidar que el mapa no es el territorio.



Notas y referencias

  • PMBoK es una marca registrada del PMI (www.pmi.org)

  • ITIL es una marca registrada de Axelos (www.axelos.com)

  • COBIT es una marca registrada de ISACA (www.isaca.org)

  • ISO es una marca registrada de International Organization for Standardization (www.iso.org)

  • RUP es una marca registrada de IBM (www.ibm.com)

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